viernes, 26 de abril de 2013

Los Caricaturistas

Los Caricaturistas.
Por: Nicolás Lizama

Los moneros o pintagarabatos -el término es lo de menos-, son gente decente, tipos sufridos, y en muchas ocasiones, vilipendiados.
Mentira que sean como decía Abel Quezada. hombrecitos verdes a quienes la gente ve con admiración o devoción. Lo más que ganan -cuando bien les va-, es el comentario miserable de algún político buena onda:
¡pobrecillo, si tan solo hubiese estudiado una carrera decente, no estaría aquí agrediendo de esta manera a sus semenjantes!.
Y, a veces -cada vez que muere un judío- cuando el político es medio botarate (claro, con el presupuesto de la dependencia que dirige), le habla al caricaturista y lo lleva a comer tacos a uno de los changarritos de mala muerte ubicados en cualquier esquina de cualquier callejuela (mientras que, a los directores de periódicos, a los editores y a los columnistas "picudos", los lleva -casi en carroza de oro tirada por cuatro corceles blancos- a restaurantes de postín), con la malévola idea quizá, de que en una de esas, la tifoidea, disfrazada en un taco de chirmole, penetre al estómago del monero y, ahora sí, ¡adiós mundo cruel que nunca supiste apreciar el talento de este pintagarabatos!.
Otras veces, el "grillo" los embaucaba con el consabido "¡Te invito a dos para hacer hambre!", y el "pobrecillo" caricaturista (¡Tan inocente, tan tierno, tan limpio, tan puro, tan...!) que por lo general a esas horas del día aún no ha desayunado como Dios manda, no espera a que se lo repitan dos veces. Allá va tras su sonsacador, rumbo al tugurio más cercano.
Ahí, el condenado político terminará de pervertir el alma del pintamonos. Primero le meterá - casi con embudo-, tres o cuatro litros de alcohol; luego sacará de su bolsa un fajo de billetes y se los dará a alguna de las damitas que (¡pecadoras!) nunca faltan en esos lugares, apra enseguida, casi a empujones, obligar al caricaturista a apapacharla. ¡Lógico!, al final, el monero terminará con la conciencia más negra que el pellejo de conocido político chetumaleño.
Así, no se vale. A uno no le dan chance ni de meter las manos para defenderse. ¿Qué hacer ante ésto?.
¡Nada!, uno está totalmente indefenso; ante esta "terrible" situación, a uno como que le atan las manos al vaso y al pomo, y ni modo. ¡A pecar se ha dicho!.
En síntesis, los caricaturistas -contra lo que pudiera pensar la mayoría-, no se emborrachan, ¡los embriagan!, que es muy diferente.
Una de las cualidades que más hay que admirarles a los caricaturistas, es su masoquismo, porque, pese a tan "ingrata" profesión, ahí están, dale que dale con los monitos, raya que raya, borra que borra hoja tras hoja; todo sin importar si les van a pagar o no.
Son tan mal pagados, que en ocasiones los ingratos editores quisieran hasta cobrarles por publicarles sus monos. Y éso, no se vale. Cuando bien les va, les prometen que sí les pagarán... lo malo es que no les dicen cuando.
Lo único que les reconforta es que, según Abel Quezada (¡Otra vez e optimista de Abel!) los moneros (por inocentes, por sufridos y por pen...sar positivamente), ya tienen un lugar en el cielo, en donde, afortunadamente, ya no habrán políticos ni funcionarios corruptos que hagan que sus aureolas se tuerzan o que las plumas de sus alas se encochinen.
Es por ello, que ante tanta "barbarie" ala que enfrentan todos los días nuestros "sufridos" caricaturistas, no deja de ser reconfortante el premio que recibió el pasado 7 de junio Antonio Muñoz Collí, "El Muca" (Que ya prometió que su próxima meta será cambiarse de seudónimo, porque éste ya le parece muy mamuca). El bienamado Muca, que se dio el lujo de ser el único que recibiera uan ovación cuando mencionaros su nombre durante la entrega de los premios, ya vuela alto. Otrora considerado el más dziriz (pequeño) de los moneros hoy, pese a que su físico sigue sin levantar más allá del metro y medio de estatura, ya puede darse el lujo de codearse con el gallón más pintado.
Los premios -como dijera un grande de la caricatura-, más que otra cosa, protegen (al estómago, al menos durante uno o dos meses, mientras se gasta la "feriecita" que se da en efectivo). En Teabo, su pueblo natal, la fiesta aún no termina, apenas empieza. Los voladores comenzaron a tronar desde la madrugada del siete de junio. Las jaranas se suceden una tras otra. Hasta las flores de calabaza amanecieron más ammarillas que nunca. Las cheves van de mano en mano. ¡Que carambas!, bien vale la pena ponerse hasta "el gorro" en honor del hijo pródigo que hoy pinta como desesperado a cuanto monigote... ¡perdón!, a cuanto funcionario se le pone enfrente.
En su honor, hasta un corrido le han compuesto en el pueblo: ¡Aañooo de mil novecientos noventa y cuatro, al muquita se le premioooooo...!. ¡No hombre, en Teabo no se la acaban! ¡Salud y felicidades!. Y lo más importante: ¡Ahora si compita, ya puede empezar a cobrar...[texto incompleto]

Nicolás Lizama Cornelio.



*Justamente la última línea del texto está ilegible y degradada por el tiempo. pero me quedo hasta la última palabra recuperada. Todo esto es un gozo leerlo y recordar. saludos don Nico, saludos mi Muca!.

viernes, 15 de febrero de 2013

:S :D

Trabajo realizado para una dependencia gubernamental.
no se si tengo permitido publicarlo a mis anchas ya que fue un trabajo pagado.




Pero ya tiene un poco de rato y me gusta tanto que estoy feliz en publicarla, sorry :s
Son imágenes de iconos representativos de Chetumal.